VIOLENCIA DE GENERO
Hay veces que la ficción nos ayuda a acercarnos a una realidad muy dura que estamos viviendo y no queremos ver. Por ello, creo que la historia de la rana y el agua hirviendo nos puede ayudar si dudas sobre si en tu situación de pareja estás recibiendo un buen trato.
Una mañana como otra cualquiera la rana se acercó a la charca en la que habitualmente se bañaba. Iba allí todas las mañanas, por lo que no dudó ni un segundo en lanzarse sin si quiera probar el agua. Para su sorpresa el agua estaba extremadamente caliente, tanto que salían burbujitas. Por su puesto, no tardó ni un segundo en saltar hacia la orilla y ponerse a salvo. Mientras se recuperaba, se dio cuenta de que la primavera ya había acabado, y a aquella charca hacía otras que le pegaba un sol abrasador.
Con todo el calor que tenía por el baño caliente, la rana se dispuso a bañarse en otra charca que estaba a la sombra. Por suerte, aquella charca era grande, parecía una laguna y como estaba a la sombra estaba fresquita. Sin embargo, la rana se lo pasaba tan bien nadando y chapoteando en el agua, que no se dio cuenta que el medio día se estaba acercando y el sol estaba moviéndose. El agua se fue templando sin que la rana se percatase. El cuerpo de la rana, como era sabio, fue acostumbrándose a la nueva temperatura gradualmente. Sin embargo, la temperatura subió y subió, y siguió subiendo hasta un punto que el cuerpecito de la rana no pudo soportar y acabó falleciendo.
Esta historia nos hace darnos cuenta de que si nos imponen una situación extrema y dolorosa desde el principio, cuando nos sentimos mas seguras y capaces, casi todas las mujeres saldríamos corriendo sin mirar atrás y a pesar sin pensarlo. Sin embargo, si nos van introduciendo muy sutilmente situaciones de desigualdad, de control y de desprecio, las iremos »camuflando» como situaciones normales o puntuales en cualquier pareja.
Eres capaz, eres válida y eres fuerte. Nadie se merece que le traten mal.