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Las preocupaciones son pensamientos o imágenes sobre una gran diversidad de temas: la familia, los amigos, el dinero, el trabajo, los estudios, el manejo de la casa, la salud… Todas las personas tenemos preocupaciones, lo cual es algo normal.
Entonces, ¿cuándo preocuparse se convierte en un problema?
- Cuando nos preocupamos por la ocurrencia de algún peligro futuro, el cual es poco probable, que no depende de nuestro control y nos sabremos cómo afrontar.
- Cuando el número de cosas por las que nos preocupamos es excesivo
- Cuando la preocupación es convierte algo constante en nuestra vida, de tal manera que sólo puedes dejar de lado un tema de preocupación si te centras en otro.
- Cuando no podemos dejar de preocuparnos por mucho que lo intentemos, sin ser capaces de llegar a una solución o de tomar una decisión.
Estas preocupaciones suelen generar en nosotros inquietud, fatiga, dificultades de concentración, irritabilidad, tensión muscular, problemas de sueño, somatizaciones, etc.
¿Y si es así, por qué seguimos preocupándonos? Erróneamente creemos que preocuparnos hará menos probable que nuestro temor ocurra puesto que estamos híper-vigilantes. La vigilancia nos motiva y nos prepara para para actuar, nos ayuda a descubrir medios de evitar lo que temo, nos ayuda a no pensar en otras cosas más dolorosas y, paradógicamente, disminuye la ansiedad (llamar continuamente para saber que nada malo ha ocurrido, vigilar continuamente a nuestra pareja para evitar que se enamore de otra persona, comprobar muchas veces si nuestro trabajo está bien hecho, etc)
Si crees que este es tu caso podemos ayudarte, en La Vida Es Para Vivirla obtendrás la ayuda especializada que te hace falta.