DOLOR

El dolor crónico, las somatizaciones y las enfermedades asociadas (fibromialgia, cefaleas, etc.) se asocian a una sensación de malestar físico y psicológico que no mejora a pesar de los tratamientos empleados y a pesar de que ha desaparecido la lesión que ha provocado el malestar. Hay una continua búsqueda de alivio insatisfecha que conduce a impotencia, desesperanza, depresión y ansiedad. 

Imagina que cuando llegas a casa esta noche te encuentras un pequeño tigre en casa que te está gruñendo. Vas a la nevera y le das algo de carne, por lo que al verle satisfecho te relajas. Cuando vas a empezar a hacer lo que habías programado vuelve a gruñirte, pero ya sabes que hacer, vuelves a la cocina y le das mas carne con la esperanza de que esté callado mas tiempo. Sin embargo, cuando mas comida le das, mas hambre tiene, hasta que llega un momento que no te queda nada en la nevera (metáfora del tigre, Dahl y Lundgren, 2011)

Piensa en ese tigre pequeño como tu dolor cuando comenzó. Con el objetivo de aliviar tu dolor y controlarlo, empezaste a sacrificar actividades importantes para ti (ejercicio, salidas con amigos, trabajo…), pero en vez de librarte de él, se convirtió en grande y perdiste calidad de vida. 

Habitualmente, el dolor crónico esconde trastornos de ansiedad, depresiones o conflictos emocionales sin resolver, que intentamos reprimir, pisotear y guardar en el fondo mas oscuro de nuestro cerebro para olvidar. El cuerpo es sabio y por si solo no puede asimilar todo aquello que queremos reprimir, y lo manifiesta con dolor, problemas en la piel, contracturas, estreñimiento… Hay muchas técnicas útiles para trabajar el dolor; incrementar la estimulación según la teoría de la puerta de Melzack, redireccionar la atención, trabajar con la imaginación, relajación, aparatos de biofeedback, reestructurar los pensamientos negativos asociados al dolor, gestión emocional… 

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